Hoy celebramos la fiesta de san Ignacio, que fallecía en Roma tal día como hoy hace 465 años.
Recordamos al Peregrino, al buscador de Dios que se dejó encontrar y guiar por Él, siguiéndole “sin adelantarse al Espíritu”.
Hoy festejamos la vida de alguien que tenía sus planes, un futuro pensado, deseos y sueños… pero a quien una desgracia hace justo 500 años cambió el rumbo. No cambió su personalidad apasionada y aventurera, pero no vivió ya entregado a su propio interés, sino a servir y a amar a Dios en todas Sus criaturas.
Ignacio no lo tuvo todo claro, pero eso no le impidio lanzarse a los caminos a predicar al Dios que le había cambiado la vida y que podía cambiar la de todos.
Seguía a Dios “sabiamente ignorante”, porque Él le salió al paso donde menos lo esperaba, y le llevó donde nunca pensó. Por eso hoy es la fiesta en la que recordamos que cualquier circunstancia puede ser ocasión para “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”.